EL PISCO MOQUEGUANO

El valle de Moquegua está situado al Sur del Perú a 1 100 km., de Lima y cuenta con una altitud de 1000 a 1300 msnm. Cuenta con un clima seco y soleado durante todo el año, con unas variaciones de temperatura de cero grados cuando asedia el invierno y hasta 30 grados en verano. Sus suelos son apropiados para el cultivo de la uva, cuenta con abundante agua por eso la vid desarrolla cualidades y aromas que son únicos en la faz de la tierra. En razón a ello es que la uva Italia o Moscatel de Alejandría cobran su máxima expresión debido a las bondades del clima, tierra agua y aire que la dan la calidad de excelente a la producción vitivinícola. 
Se sabe que los lugartenientes del conquistador Diego de Almagro, luego de la frustrada conquista de Chile, regresaron por la costa Sur del Perú y hallaron este valle encantador y es donde se funda la ciudad de Santa Catalina de Moquegua en 1542. Más fue en 1595, según está registrado en el Archivo de la Región, en la que se constituye la primera Junta de productores de vino del nuevo Continente con el fiel reconocimiento de la corona Española. Años después, su fama llegó a los oídos del Virrey Marqués de Guadalcazar, quien en 1625, le otorga el titulo de “Villa de Santa Catalina de Guadalcazar del Valle de Moquegua”.

Los cronistas y viajeros de esa época, dieron evidencia de su fertilidad y abundancia. Según el Fraile Carmelita Vázquez de Espinoza (1619) el valle de Moquegua era considerado como “abundante y regalado, tan abastecido y rico que parece un paraíso”. En el año 1714 el viajero francés Amadeé Frezier, Ingeniero de fortificaciones, visitó la ciudad de Moquegua, manifestando “allí se realiza un importante comercio de vino y aguardiente que se transportan a la puna, es decir a las montañas. Resulta increíble que en un terreno tan reducido como éste se cosechen todos los años alrededor de cien mil botijas, que llegan a tres millones doscientas mil pintas de parís”.

A los viajeros que iban al puerto de Ilo, hacia el altiplano, Moquegua era el paso obligado desde mediados del siglo XVIII. Por eso establecieron los viñateros moqueguanos una red de comercialización que se extendía a Puno, Chuchito, La Paz, Oruro, y Potosí y por esa ruta a Salta, Tucumán y Mendoza. A este prometedor comercio se debe el uso en Moquegua del estaño altiplánico en la fabricación de los alambiques destiladores de Pisco, a diferencia de los de cobre que se usaron en otros lugares del Perú. A fines del siglo XIX, los años de la Guerra con Chile fueron funestos, los terremotos, las catástrofes naturales y la plaga de la filoxera mermaron su productividad. Recién en estos últimos años, Moquegua está recuperando su antiguo esplendor vitivinícola, en la que se han instalado nuevas bodegas con innovados avances tecnológicos, de tal manera que se produce en la actualidad los exquisitos y apreciados Piscos del Perú, siendo la Bodega y Pisco Biondi la que ha roto fronteras y sus productos se toma en muchos lugares del mundo.


A los grandes productores de licores de Moquegua se le ha otorgado la ”denominación de origen” por medio del cual están autorizados para su fabricación. Por su alta calidad, que no solo se debe a la calidad de la uva que produce, sino que también ha incrementado a sus métodos de producción los adelantos técnicos modernos que existen, dejando de lado sistemas tradicionales; pero sigue manteniendo la pureza de sus productos lo que le da la patente y autorización para elaborar un pisco excelente con calidad de exportación.

Por todo lo dicho, existe la famosa Ruta del Pisco, en la cual todo mortal puede recorrer las doce bodegas que adornan la campiña moqueguana donde el buen pisco cobra su mayor expresión y se constituye en toda una exquisitez para los turistas y la gente que sabe lo que es bueno.






 

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